13 septiembre 2011

EL CORAZÓN DE UN FIEL JUDÍO



Nota de los Editores de Los Estudios de Israel:

Moshe Kempinski y su hermano son dueños de una librería y tienda de regalos llamada Shorashim en el área judía de la Antigua Ciudad de Jerusalén. Están en comunicación constante con cristianos, y se esfuerzan por fomentar una mejor comprensión entre cristianos y judíos. Tristemente, los cristianos asumimos ciertas cosas equivocadas cuando nos comunicamos con los judíos, lo que cierra las puertas al diálogo en lugar de abrirlas. Moshe quiere ayudarnos a llevar un mensaje positivo y claro, y nos ofrece sus observaciones para que podamos mejorar en ese aspecto.

Éste será un estudio muy diferente porque es un mensaje que proviene del corazón de un judío ortodoxo, pero quien también es amigo de los cristianos. Aunque posiblemente usted no concuerde en todo lo que diga Moshe, es importante que comprenda la perspectiva desde su lado del diálogo. Por respeto a Moshe, nos hemos desviado de nuestra práctica común en Puentes para la Paz de escribir el nombre de Dios y del Señor con todas las letras. Los judíos ortodoxos no deletrean toda la palabra con la intención de demostrar reverencia a Dios y, por lo tanto, los escribiremos como “D-os” y “S-ñor”. Tampoco usaremos la forma hebrea de “Yeshúa”, sino la forma común de “Jesús”. Finalmente, tampoco pondremos mayúscula a los pronombres que hacen referencia a Dios.


El tópico “El Corazón de un Fiel Judío” es un tema muy difícil para un judío comunicar a los cristianos por la manera tan errada en que ellos perciben a los judíos, y en que los judíos perciben a los cristianos. De manera más directa, los judíos no les comprendemos.
Pueden estar seguros de que cuando ustedes le digan a un judío, “Soy cristiano evangélico,” o “Soy un sionista cristiano,” o “Soy un cristiano nacido de nuevo,” no entienden nada de lo que dicen. Generalmente, los judíos ven a los bautistas, católicos, pentecostales y demás cristianos como la misma cosa. No conocen la diferencia. Hay un verso en su Biblia, el Nuevo Testamento, que explica este asunto. Ese verso me gusta mucho, y se encuentra en el libro de Mateo, que dice que el árbol será conocido por su fruto (Mat. 7:15-20). El fruto que hemos probado del cristianismo a lo largo de los siglos ha sido todo menos dulce. Como resultado, hemos adoptado una expresión judía, que dice: “Como no quiero gustar de su amargura, tampoco gustaré de su dulzura.” Esa es la barrera principal que existe.

La otra barrera es que ustedes los cristianos no nos comprenden a nosotros. Han asumido muchas cosas, y se les ha contado muchas otras. Es posible que esas cosas no fueran totalmente ciertas, o lo que escucharon era cierto, pero lo interpretaron según cierta comprensión que ya tenían, según ese filtro de definición cristiana, y concluyeron algo totalmente diferente a la forma en que piensa el judío. Luego terminaron frustrados.

¿Cuál es mi Motivación?

Cuando mi hermano y yo originalmente abrimos nuestro negocio, queríamos que fuera un lugar que santificara el nombre de D-os. ¿Cómo se santifica el nombre de D-os en un negocio? Pues, nadie, pero nadie llega a esta tierra sin ser invitado por D-os. ¿Ustedes creen que decidieron venir aquí por cuenta propia? Pueden despedir ese pensamiento. Nadie viene aquí a menos que sea invitado por D-os. Cuando uno escucha su voz y llega, cosas comienzan a ocurrir. Durante su peregrinaje, podrán encontrar comida buena y comida mala, un mozo de restaurante bueno o uno malo, un guía bueno o un guía malo, hasta que todas esas cosas se interponen a su jornada espiritual. Por eso quisimos que nuestro negocio fuera un buen lugar donde las personas pudieran recordar por qué están aquí en esta tierra de D-os, para escuchar de él.

Hace como 15 años, ustedes los cristianos cambiaron, y eso fue totalmente inesperado para mí. De repente vimos cómo los cristianos procuraban conocer sus raíces hebraicas, sus raíces bíblicas, investigando qué les hace cristianos y de dónde han salido. “¿Qué hizo Jesús?” era la pregunta que les quemaba por dentro. Si Jesús fue judío, y si vivió dentro de un contexto judío, ¿cómo habrá pensado? Luego consideraron: “Quizás si comprendo mejor al pueblo judío, entenderé quién soy.” Poco a poco nos comenzaron a llegar unos cristianos, solo un pequeño número. Primero eran personas laicas, y luego los pastores, y luego grupos enteros. Actualmente, cuatro o cinco grupos entran diariamente a nuestro negocio. Cerramos la puerta y hablamos.

Una de las cosas interesantes es que todos creen saber por qué han venido a Israel. Algunos vienen a bendecir a Israel. Otros vienen para impactar a Israel. Y todavía otros vienen para evangelizar a Israel. Esas son algunas de las excusas que D-os utiliza para que lleguen en primer lugar. Pero ustedes no vienen a Israel para bendecir a Israel: vienen a Israel para ser bendecidos. No vienen a Israel para impactar a Israel: vienen para ser impactados y cambiados. Al principio, ustedes no saben eso.

¿Cómo nos Podemos Comprender Mejor?

Recibimos una amplia gama de personas con preguntas, debates, argumentos, y a veces corazones tiernos. Hemos observado cómo ha evolucionado el proceso durante 15 años, y he ido desarrollando una profunda amistad con muchos cristianos.

Profundizamos con una intensidad y sensitividad inesperada. Una de las cosas que nos han ayudado a comprender esta dinámica es un pasaje en sus propias Biblias, Romanos 11, que habla acerca de ser injertados en el olivo de Israel a manera de “ramas silvestres.” Pero por 2,000 años, la mayoría de los cristianos creían que eran la rama floreada del cristianismo, injertada en las raíces secas del judaísmo – de esa manera sustituyéndola, completándola o cumpliéndola. La gente por fin está viendo, después de 2,000 años, que no se puede tener una rama floreciente si la raíz está seca. Y si quieren comprender lo que sostiene la rama, deben darse cuenta que la rama es sostenida por la raíz. De repente, sorpresivamente, ese verso adquiere otro sentido. Una vez que han sido sorprendidos así, todo se abre.

Otro verso de sus Biblias que ha ayudado en este proceso, y es mi favorito porque me encanta, aunque no estoy de acuerdo con él, es 2 Corintios 3:13-16, que dice que nosotros los judíos tenemos los ojos cubiertos con el velo de Moisés. Por eso ustedes creen que yo no puedo ver. ¿Por qué me encanta ese pasaje, aunque no estoy de acuerdo con él? Porque muchos cristianos llegan a mi negocio, y discutimos Isaías 53, Daniel 9, Salmo 2, Salmo 110, y entonces Isaías 6, Isaías 9, y lo de la sangre de propiciación, etc. Finalmente, los cristianos se frustran conmigo, y le dicen a D-os: “D-os, yo no puedo llegar a este tipo, porque es duro de cerviz; lo voy a dejar para que tú lo hagas.” Ese es un momento asombroso. ¿Saben por qué? Porque durante toda mi vida, lo he tenido que dejar todo en manos de Dios, y ustedes también tienen que llegar a ese punto. Si ambos podemos hacerlo al mismo tiempo, entonces todo podrá moverse según el propósito y la voluntad de D-os.

Un día de éstos, vamos a descubrir que las barreras que han existido entre nosotros se habrán derretido como el hielo en el sol. El diálogo ya ha comenzado. Pero yo no estoy aquí para dialogar. Lo que yo quiero es que ustedes comprendan el corazón de un judío fiel, porque eso nos abrirá el uno al otro. Yo no tengo la Gran Comisión. Yo no creo que tengan que ser judíos para acercarse a D-os. Creo que tienen que procurar a D-os con todo su corazón, alma y fuerza, como yo también, y D-os se encargará del resto.

De repente, todos estaremos mirando hacia el cielo, y tropezaremos el uno contra el otro más a menudo. Tristemente, podríamos pasar demasiado tiempo mirándonos de manera despectiva, lo que pueda ocasionar que nos distanciemos más y más. Por eso pienso que si ustedes comienzan a comprender mejor al pueblo del D-os de Abraham, Isaac y Jacob, entonces podrán comenzar a comprender mejor a ese D-os de Abraham, Isaac y Jacob.

Debemos Aprender a Comunicarnos

Permítame explicarle quiénes somos los judíos al hacer algo que es imperativo para nuestra comunicación. Gracias a D-os por mis experiencias con ustedes. Así he aprendido a conocer su lenguaje. Pero ustedes también tienen que conocer el nuestro. Como ven, usamos las mismas palabras, pero no estamos hablando de lo mismo. Nuestras definiciones son distintas. Les daré un ejemplo. Algunos cristianos se acercan a un judío y le dicen: “¿Tienes una relación con D-os?” Y el judío dirá: “Bueno, yo espero que sí – digo, eso me gustaría.” Y entonces los cristianos lo acusan enérgicamente: “Ya ves, ustedes está atados a la Ley, están bajo la carga de la Ley. Están enfocados en hacer obras, pero nosotros estamos enfocados en la fe – ustedes no ven el meollo del asunto.” Sin embargo, ustedes nunca le hacen al judío la próxima pregunta necesaria. El diálogo iría así:

Cristiano Q: “¿Amas a D-os?”
Judío A: “Lo amo con todo mi corazón, toda mi alma y todas mis fuerzas.”
Cristiano Q: “¿Crees que D-os te ama?”
Judío A: “Creo que me ama aún más de lo que yo pueda expresar.”
Cristiano Q: “¿D-os es parte de tu vida?”
Judío A: “D-os es parte de cada aspecto de mi vida. Despierto con él, duermo con él, danzo con él, lloro con él, y canto con él.”
Pero los judíos no utilizan la palabra “relación,” porque “relación” implica igualdad con D-os. Por eso no la usamos, y entonces ustedes creen que estamos en desacuerdo respecto a nuestra conexión con D-os. Entonces somos como dos meteoros en colisión – chocamos y nos separamos en diferentes direcciones – cuando en realidad no estamos en tal desacuerdo.

Otro ejemplo es cuando un cristiano se acerca a un judío y le dice: “¿Sabes que vas al cielo?” Y un judío típicamente le responderá: “Bueno, así lo espero. Sabes, yo…” Inmediatamente algunos cristianos lo interrumpen y le dicen: “¡Ajá! Ustedes no tienen ninguna seguridad. Nosotros los cristianos tenemos seguridad. ¿Por qué no se aferran a algo seguro, en lugar de estar jugando juegos de adivinanzas?” Pero esos mismos cristianos no se molestan en hacer la siguiente pregunta, que debería ir así:

Cristiano Q: “¿Ustedes creen en el cielo?”
Judío A: “Bueno, sí creemos.”
Cristiano Q: “¿Creen en la salvación y en la redención?”
Judía A: “Claro que sí.”
Cristiano Q: “¿Creen en la eternidad?”
Judío A: “Claro que creemos en la eternidad.”
Cristiano Q: “¿El enfoque de tu vida está en el cielo, la salvación y la eternidad?”
Judío A: “No. Mi vida NO está enfocada hacia el cielo, la salvación y la eternidad. El enfoque de mi vida es: ‘¿D-os, estoy unido a ti, o no? ¿Te estoy amando, o no? ¿Estoy caminado contigo, o no? ¿Estoy viviendo mi vida contigo y para ti, o no?’ Para los judíos, la salvación y la eternidad son el resultado de nuestra conexión con D-os. No obedecemos y servimos a D-os para que nos compre entrada al cielo. Obedecemos y servimos a D-os porque él es D-os, y le amamos con todo nuestro corazón, alma y fuerza. El cielo, la salvación y la eternidad las alcanzaremos como resultado de vivir con y para D-os.”

¿Estamos en desacuerdo? No lo creo. Pero pensamos que sí, porque no estamos subiendo por la misma vía del expreso hacia D-os. A la postre, terminamos chocando y nos hemos encontrado en diferentes partes del universo, que es muy triste.

Aquí tenemos otro malentendido. Es medio gracioso, pero refleja algo más profundo. A los cristianos les gusta decir: “D-os me dijo que te hablara” o “D-os me dijo que viniera aquí.” Si uno le dice eso a un judío, la mayoría dirá: “Está bien… ¡me voy!” Por otro lado, si uno le dice: “Siento tal impresión de D-os…” o “Siento que D-os me está indicando…,” entonces pueden entender. Las palabras son muy importantes. Verán eso en las Escrituras. Si uno utiliza las palabras equivocadas, las cosas se pueden complicar. Hay muchas advertencias en la Biblia acerca de las palabras: No digas ésto, o no jures lo otro. Eso es porque cuando uno dice algo, se asume que es intencional. Sin embargo, por decir algo de cierta manera, podemos provocar una tergiversación de la realidad, y terminamos con malas interpretaciones. Incluso, hasta nosotros mismos terminamos comprendiendo las cosas de manera errónea.

Permítanme regresar a mi previo ejemplo. Cuando ustedes dicen que D-os les habló, o D-os les dijo, lo que están implicando es una no-verdad, según el pensamiento judío. Porque cuando dicen que D-os les habló, están implicando que hay ocasiones en que D-os no les está hablando. Y la verdad es que D-os siempre nos está hablando, pero no siempre escuchamos. Y luego el concepto se tergiversa, y de repente creemos que tenemos que estar en espera de la voz de D-os, ¡cuando es D-os el que siempre está en espera de nosotros! El está esperando que decidamos escuchar lo que nos está diciendo. El está esperando que nosotros nos tornemos hacia él. Recuerden lo que está escrito en el Salmo 40:6:
“Sacrificio y ofrenda de cereal no has deseado; has abierto mis oídos; holocausto y ofrenda por el pecado no has requerido.” Es cuestión de escuchar.

El hecho de que hayan llegado a Israel les enseñará a escuchar. Si no aprenden nada más, si se van de este país habiendo aprendido a escuchar, a oír esa pequeña y suave voz, serán bendecidos en una manera sobreabundante. Eso significa que escucharán su voz dondequiera estén. Recuerden, ésta es la tierra escogida de D-os, y Jerusalén es su ciudad escogida. Podrán escuchar a D-os hablando de maneras inesperadas, por personas que no esperaban, como de un taxista o un vendedor de ‘falafel’ [bola de garbanzo molido]. D-os habla aquí claro y preciso. Aunque siempre habla en todas partes, aquí lo escucharán de manera más clara que en cualquiera otra parte del universo.

Desarrollen un Caminar con D-os

Hay algo más que van a aprender aquí en Israel. Israel nos enseña a ser mejores siervos. A veces las personas creen que para ser un mejor siervo hay que ser un mejor testigo, cuando realmente es al revés. Un buen siervo es el máximo testigo de la grandeza de D-os. Lamentablemente, muchas personas de su fe prefieren salir y entregar tratados que ser un tratado. Sin embargo, lo que D-os pide de toda la humanidad es que caminemos de manera piadosa y santa.

D-os trae toda clase de persona a esta Tierra. Aquel a quien ustedes llaman su Padre es a quien yo llamo D-os. Yo creo que de la misma manera en que el Padre me habla acerca del propósito de mi vida, que es estar unido al Padre de todo corazón, alma y fuerza, él también les habla acerca de su vida y de estar unido al Padre de todo corazón, alma y fuerza. Basado en lo que he leído de su Biblia, creo que Jesús les estaba diciendo lo mismo, que el propósito de sus vidas es estar unidos al Padre. Nuevamente, mi propia perspectiva de lo que he visto desarrollando y floreciendo a mi alrededor es que el Padre está trayendo hacia sí a todos sus hijos, bajo cualquier pretexto, con tal de que lleguen a su casa, a su Tierra, para entonces desarrollar una relación con ellos. Cada experiencia individual será totalmente diferente a la de los demás.

Cuando recitamos silenciosamente nuestra oración del Amidá (o el Shmone Esré, nuestra oración más importante después del Shemá), la comenzamos diciendo: “Bendecido seas tú, oh S-ñor nuestro D-os, D-os de nuestros padres, D-os de Abraham, D-os de Isaac, D-os de Jacob.” Esa oración fue escrita a manera de trampolín, ya que esa no es la única manera en que oramos. La usamos como un principio, y luego entramos a nuestras oraciones personales. Esa oración fue escrita por la Gran Asamblea, en la que se encontraban tres profetas: Zacarías, Malaquías y Hageo. Cada palabra fue escogida cuidadosamente, pero la pregunta que ustedes me pueden hacer es: “¿Y por qué hacen tanta repetición de palabras? ¿Por qué dicen: ‘Bendecido seas tú, oh S-ñor nuestro D-os, D-os de nuestros padres, D-os de Abraham, D-os de Isaac, D-os de Jacob?’ ¿No podrían decir simplemente: ‘D-os de nuestros padres’, o ‘D-os de Abraham, Isaac y Jacob’? No sería suficiente así?” Pues, decimos que podría parecer una repetición innecesaria, pero la relación que tenía Abraham con D-os era diferente a la que tenía Isaac con D-os, y la que tenía Jacob con D-os. Y también cada uno de nosotros debemos guardar en nuestros corazones la especial y singular relación que tenemos con D-os.

Comprendiendo Mejor a los Judíos

Quiero llevarlos más profundo en nuestra mentalidad judía, explicándoles acerca de una práctica que ya tienen que haber visto. Es importante que comprendan lo que los judíos expresamos. Lo que sentimos, lo manifestamos por lo que hacemos.
Hace un ratito, hablaba con un grupo de cristianos, y una persona hizo una pregunta que no había escuchado en mucho tiempo: “¿Si tuvieras que definir lo que los cristianos debemos aprender de los judíos, cómo lo definirías?” Bueno, esa es una pregunta difícil. Le dije que el judaísmo se caracteriza por unir dos cosas que aparentemente son opuestas. Por ejemplo, tenemos dos asuntos grandes de amar a D-os y temer a D-os. Es demasiado fácil amar a D-os y no tenerle temor. También es demasiado fácil temer a D-os y no sentir amor hacia él.

Hay un Salmo que dice: “Una cosa he pedido al S-ñor, y esa buscaré: que habite yo en la casa del S-ñor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del S-ñor, y para meditar en su templo” (Sal. 27:4, LBLA con adaptaciones del S-ñor). Donde dice “meditar en su templo” [la versión Reina Valera de 1960 usa la palabra “inquirir”], la palabra hebrea allí es “l’vakar,” que también significa “visitar.” Uno de nuestros sabios dijo: “Si vives delante de D-os todos los días de tu vida, ¿cómo lo puedes visitar?” Si uno lo visita allí, quiere decir que uno no vive allí, ¿correcto? Bueno, los sabios también explican que uno quiere llegar al punto de estar delante de D-os todos los días de su vida, pero nunca perder el asombro de poderlo visitar. Ese es el balance de caminar con D-os, y amándole y temiéndole a la misma vez. De hecho, en nuestras oraciones le llamamos “Nuestro Padre y nuestro Rey” (Avinu, Malkeinu).

Otro ejemplo que les quiero señalar es que los judíos no vemos diferencia alguna entre la fe y las obras: van de la mano. Si le contaran a un judío acerca de los tremendos debates que se dan entre grupos cristianos en torno a la fe y las obras, no entenderá por qué. Creo que tampoco Santiago lo hubiera entendido. Eso es porque Santiago, quien era judío y creía como los judíos, sabía que no se puede tener fe sin obras, y no se puede tener obras sin fe. Están ligados. Existe una simbiosis, una unidad, porque nuestra fe es demostrada por nuestras obras, y nuestras obras nos hacen llegar a una fe más profunda. Eso es porque estamos trabajando por algo que no vemos, y no necesitamos ver una recompensa inmediata. Esos son los dos elementos que nos componen.

El Ejemplo del Manto de Oración

Les voy a ilustrar lo que estoy diciendo. Estoy seguro que muchos de ustedes que vienen a Israel han observado a los judíos en el avión. Algunos usan sus mantos de oración, que es parte de nuestro ritual de oración. Estoy seguro que a muchos se les ha enseñado acerca de eso. Sin embargo, permítanme darles una explicación judía, sin entrar en los pequeños detalles.

El uso del manto de oración se basa en Números 15, que dice: “Habla a los hijos de Israel y diles que se hagan flecos en los bordes de sus vestidos, por sus generaciones, y que pongan en el fleco de cada borde un cordón azul. Y os servirá el fleco, para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos del S-ñor, a fin de que los cumpláis y no sigáis vuestro corazón ni vuestros ojos, tras los cuales os habéis prostituido, para que os acordéis de cumplir todos mis mandamientos y seáis santos a vuestro D-os” (Núm. 15:38-40).

En judaísmo, utilizamos un sistema simbólico basado en números. Cada letra hebrea tiene un valor numérico: alef es uno, bet es dos, gimel es tres, etc. De esa manera, palabras enteras también tienen un equivalente numérico. Hay 70 nombres distintos para D-os en la Biblia. Eso es importante saberlo, porque cada nombre representa un aspecto distinto de D-os. No representan distintas partes ni caracteres de D-os, sino que representan diferentes relaciones que tenemos con D-os, porque D-os es una unidad especial: es uno. Pero existe una relación con el D-os de justicia, el D-os de la misericordia, el D-os de amor, el D-os que trabaja en la naturaleza, etc. El nombre de D-os, deletreado en hebreo con las letras yod-heh-vav-heh, es el nombre más privado de D-os, el nombre más sagrado de D-os, representando el atributo de misericordia. Es tan sagrado para nosotros que no lo pronunciamos. Al igual que no llamamos a nuestro padre terrenal por su nombre, tampoco llamamos a D-os por su nombre privado. Por esa razón, cuando vemos ese nombre escrito en la Biblia, lo pronunciamos como Adonai o S-ñor.

Las letras que componen ese nombre sagrado equivalen a 26. Cuando amarramos los flecos del manto de oración en ocho nudos, y los envolvemos con cordón 26 veces, nos referimos al atributo de misericordia de D-os. Cuando lo seguimos envolviendo 13 veces más, aludimos a la palabra ejad o “uno.” El fleco se convierte en una declaración de fe: “El D-os de misericordia, uno es.” Aún así, eso no explica el verso que dice: “…para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos del S-ñor…” ¿Cuál es la explicación?

La explicación es sencilla. El equivalente numérico para la palabra hebrea de flecos, tzit-tzit, es 600. Si sumamos los 5 nudos y los 8 cordones, llegamos a un total de 613. Ese es el número de mandamientos que tenemos en la Ley de Moisés descritos en la Biblia. Cuando digo mandamientos, no me refiero a los diez mandamientos, sino a todas las ordenanzas de la Torá.

Actuando para demostrar nuestra Devoción a D-os:

Como les dije hace un rato, el valor numérico de la palabra hebrea para uno, ejad, es 13. Eso también es cierto de la palabra hebrea para amor, que es ahavá. Me podrían preguntar, “¿Qué tiene que ver el amor con ésto?” Tiene todo que ver. Una de las profundas mal interpretaciones que tienen los cristianos de los judíos, basado en una lectura quizás equivocada de Pablo, es la idea de que nosotros los judíos hacemos obras buenas para poder llegar al cielo. Ustedes dicen que no podemos llegar al cielo basado en las obras. Utilizarán el verso de Isaías 64:6 que dice: “como trapo de inmundicia todas nuestras obras justas.” Ese concepto vuela por encima de nuestras cabezas porque, para nosotros, el cumplimiento de la Ley por medio de nuestras obras no tiene nada que ver con la salvación.

El cumplimiento de la Ley para un judío es simplemente el cumplimiento de la voluntad de D-os, quien es el Amado. Si yo sé que mi esposa desea algo, yo le quiero dar ese regalo de amor. No hay un regalo más sentido que darle algo que desea. Si D-os, a quien amamos, nos dijera: “Estos son los mandamientos que yo quiero que cumplan,” entonces los quiero cumplir eternamente porque le amo. Es un asunto de amor, no de llegar al cielo. Recuerden, para nosotros los judíos, el cielo es un producto secundario y una bendición por haber vivido justamente, agradando a D-os a través de toda nuestra vida. Por lo tanto, todo aspecto de hacer es simplemente un regalo a D-os, al Amado, y es basado en amor y fe, no es solamente obrar por el hecho de obrar.

Uno de mis diálogos favoritos fue con un pastor que me escribió, diciendo: “Moshe, es muy bonito lo que dijiste a mi grupo, de que el cumplimiento de la Ley es el cumplimiento de la voluntad de D-os, del Amado. Pero no me puedes convencer de que ustedes los judíos no están afanados con los detalles de la Ley, con la letra de la Ley, con todas esas cosas pequeñas que hacen.” Ese pastor y su grupo habían estado en Jerusalén durante Sucot [la Fiesta de los Tabernáculos] muchos años atrás. Con referencia a esa fiesta, cuando compramos nuestro lulav [la colección de ramas de palma, mirto y sauce] y etrog [el citrón] para mecerlos delante del S-ñor (Lev. 23:40), escribió: “Vi cómo un judío estaba comprando una rama de palma, y tenía una regla para saber cuánto medía. Otro tenía un lente de aumento para ver de cerca los defectos en el citrón. Ustedes han añadido todas esas leyes rabínicas, midráshicas, y talmúdicas creadas por el hombre, y se han olvidado de D-os.” Le respondí con lo siguiente: “Muchas gracias por sus palabras muy ponderadas, pero a veces uno puede tener ojos y no ver. Quizás tengas razón. Quizás a D-os no le preocupa si la rama de la palma está un poco doblada, o si el citrón tiene uno que otro defecto, pero esos nos son regalos que D-os me da. ¡Esos son regalos que yo le doy a D-os! Yo quiero que esos regalos sean lo más perfectos posibles. Todo el sistema rabínico, todo el sistema talmúdico, se trata de cómo yo le devuelvo a D-os un regalo lo más perfecto que pueda. ¡Eso es porque amo a D-os con todo mi corazón, alma y fuerza!”

Como cada uno de nosotros es distinto, tenemos diferentes ideas de cómo dar nuestros regalos de servicio al S-ñor. Por ejemplo, Levítico 19:27 dice que no me recorte el lado de la cabeza porque esa era una costumbre pagana. Algunos judíos dicen: “Nunca voy a poner tijera a los lados de mi cabeza. Lo voy a dejar crecer como largos rizos.” Esa no es una expresión de ley ni de legalidad. Es una declaración de amor.

Entrando en la Presencia de D-os:

Regresemos al manto de oración. Verán que cuando los hombres judíos oran, se arropan completamente con el manto. ¿Por qué lo hacen? El estar arropados con el manto de oración es semejante a estar arropados con la divina presencia de D-os mismo, a la cual llamamos shekiná. Ustedes lo llaman el Espíritu Santo o la gloria de la shekiná. En esencia, ese es nuestro propósito de estar en este mundo: ¡de ser arropados por él, y ser vaso o recipiente para la presencia de D-os! No se trata de Israel, no se trata de nosotros, y no se trata del cielo. Se trata de ser un vaso que contenga la presencia de D-os en el aquí y en el ahora.

Hay un verso en los profetas que describe la presencia de D-os abandonando el Templo (Ezeq.11:23). Podemos tener problemas para comprender ese verso, porque D-os dijo que su presencia estaría siempre allí. Así que ese verso no hace sentido a menos que uno investigue lo que D-os quiso decir con que su presencia se fue del Templo. Si vamos al texto bíblico, veremos que no se usa la palabra shekiná, sino kavod, que quiere decir “gloria.” Por eso, Ezequiel vio salir la gloria de D-os, que es otro aspecto de D-os. ¿Y qué es la gloria de D-os? La gloria de D-os es la manifestación de D-os.

Por lo tanto, es nuestra obligación intentar declarar su gloria y ser vaso para que esa gloria sea revelada. Cuando los judíos fueron expulsados de la Tierra y del Monte del Templo, la gloria de D-os se alejó. Nuestro propósito en este mundo es ser un vaso para traer de nuevo la gloria de D-os y ser luz a las naciones. La razón tan crítica por la que hubiésemos regresado a esta Tierra no fue para que estuviésemos libres de persecución, porque aquí tampoco tenemos esa libertad. Fue para traer de regreso la gloria de D-os a su Tierra. Ezequiel 36:8 dice: “Pero vosotros, montes de Israel, echaréis vuestras ramas y produciréis vuestro fruto para mi pueblo Israel; porque pronto vendrán.” Aún la tierra ha dado un suspiro de alivio, porque el pueblo que D-os puso sobre esta tierra para expresar su gloria está regresando. Debido a ese llamado que tenemos, queremos ser ese vaso, y encontrarán que algunos judíos se arropan completamente bajo su manto de oración, que es semejante a estar arropados por la presencia de D-os. A la misma vez, dedicamos nuestras vidas a la expresión de la gloria de D-os al guardar sus mandamientos.

Hay otro sorprendente aspecto de estar arropado por el manto de oración. También creemos que existe un velo. En Isaías 25:7 habla del Monte del Templo. “Y destruirá en este monte la cobertura que cubre todos los pueblos, el velo que está extendido sobre todas las naciones.” Ese es un pasaje profético. Todos tenemos nuestros ojos cubiertos por un velo, el cual será quitado desde este monte un día en el por venir. El velo que creemos que todos tienen es el que ha plagado a la humanidad desde el primer hombre hasta el moderno, el velo del orgullo y la arrogancia. De hecho, mientras más uno se acerca a D-os, más fácil es caer en esa trampa de orgullo y arrogancia porque nos podemos entusiasmar más con ser un vaso de bendición que en disfrutar la bendición de estar en la presencia de D-os. O peor aún, uno se puede entusiasmar más con la bendición que con el que bendice, que es otra historia aparte.

Una de las cosas que sucede con gente orgullosa es que desean ser vistas. El secreto del manto de oración es que cuando uno está bajo el manto, nadie lo puede ver, y está en el lugar más importante del mundo, y es el lugar donde D-os puso a Moisés, que es en la hendidura de la peña. No hay nadie allí sino uno y él. Oramos en la congregación, pero oramos solos en conjunto. La congregación está allí para elevarnos juntamente, pero alcanzamos ese momento al estar solos. El manto de oración nos ayuda a hacer eso.

Creo que todos podemos asentir que así es la oración. Seguro que ustedes han tenido la experiencia de que se les pregunte: “No comprendo por qué creen en la oración. He visto a gente orar por un enfermo, pero éste no es sanado; o que se ore [por las finanzas] y aún persiste la pobreza.” Esos incrédulos no entienden que D-os creó al mundo desde el cual oramos para recibir cosas. También le damos gracias por cosas y le alabamos por cosas, pero la respuesta no tiene nada que ver con esas cosas. Cuando le oramos, cuando le alabamos, y cuando le pedimos, nos encontramos acercándonos más a él. Él es la respuesta a toda oración. De repente, todas las cosas entran en justa perspectiva. En esencia, allí es donde debemos estar parados, en ese lugar de soledad donde todos queremos estar unidos con el único Ser supremo y la presencia de D-os.

¿Cuál es el Resumen de lo que Digo?

Puedo enseñarles mucho más, pero todo se resume en una cosa: No se trata de Israel. No se trata de nosotros. Tampoco se trata de ustedes. Lo importante es la soberanía de D-os. Cuando se intenta explicar la importancia de Israel, es una píldora difícil de tragar. También podría ser difícil tragar la píldora de los judíos. Pero si realmente quieren apoyar a Israel, necesitamos que ustedes los cristianos primero amen a D-os con todo su corazón, alma y fuerza, al igual que nosotros necesitamos amar a D-os con todo nuestro corazón, alma y fuerza. Este fenómeno se trata de que nos unamos bajo la soberanía de D-os. Cuando oran por la paz de Jerusalén, están orando para que prevalezca la soberanía de D-os en este mundo. Lo que le suceda a Jerusalén, les sucederá a ustedes. Si Jerusalén es reconstruida, también será reconstruido su ambiente espiritual. Si Jerusalén permanece en ruinas, así también permanecerá su ambiente espiritual, porque sucede al mundo según le sucede a Jerusalén. Apoyar a Israel y reconstruir a Sion o a Jerusalén se trata de ver la presencia de D-os revelada en esta tierra.

El secreto de todo este fenómeno, y lo que observo ocurriendo en términos de Puentes para la Paz, es que han desarrollado un puente de confianza con la comunidad judía que continúa en crecimiento, y eventualmente estaremos caminando en la misma dirección. Ahora mismo, estamos en líneas paralelas, pero esas líneas que han estado a siglos de distancia ya casi se tocan, porque de repente estamos enfocados en la soberanía de D-os y la dirección en la que nos lleva.

Yo dije eso hace 15 años, y la comunidad cristiana comenzó a cambiar. Si tuviera que definir ese cambio, diría que ahora están vistiendo el manto de la humildad que no vestían antes, y estamos comenzando a conversar y estudiar en manera parecida. Ese es un cambio muy grande. Y nuevamente, se trata de la soberanía de D-os. No estoy diciendo que nosotros los judíos llevamos el manto de humildad, pero a la medida que ustedes han ido cambiando, los judíos están diciendo: “Ahora podemos hablar.” Lo que trato de enseñar a mis hermanos y hermanas judías es que no les podemos convencer a soltar la Gran Comisión, porque así son ustedes. Pero yo les trataría de convencer que permitan que D-os se encargue de la Gran Comisión, y que se preocupen ustedes de vivir piadosamente.


Entonces, D-os hará lo que tiene que hacer. Allí es donde tiene que estar construido el puente, y ese puente se dirige hacia el Padre. Lo que es fascinante es que Puentes para la Paz está comenzando a construir esos puentes. No pienso en términos de paz, porque esa palabra ha sido tergiversada hoy día, pero según uno de los nombres de D-os. Paz, o shalom, significa “estar completo,” como cuando todas las piezas de un rompecabezas se han unido y el diseño está completo. Eso es exactamente lo que está comenzando a ocurrir. Nos damos cuenta que todos somos hijos del mismo Padre, y cuando nos llamamos hermano y hermana, no es una frase hueca. Es una declaración certera.

La paz llegará finalmente cuando puedan hacer dos cosas: ser pacientes y consistentes, sin motivos ulteriores, que es fácil decir pero muy difícil cumplir. Tienen que ser incondicionales en su razón por estar aquí. Si son incondicionales, entonces los judíos dirán: “Está bien. Puedo bregar con eso. Conozco su agenda. Sé lo que esperan de mí, y creo que sé lo que les sucede a ellos.” A la postre, ambos estaremos más felices, porque nos encontraremos frente a D-os y le daremos gracias por ésto.

Por Moshe Kempinski

[Kempinski es autor de The Teacher and the Preacher (‘El Maestro y el Predicador’), editor de “Jerusalem Insights,” una revista semanal por e-mail, y co-dueño de Shorashim, tienda bíblica y centro de aprendizaje en la Ciudad Antigua de Jerusalén: shorashimshop2@yahoo.com  o visitando www.shorashim.net ]

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